miércoles, 17 de noviembre de 2010

INTENTO DE MINICUENTO

LAS 10:48 P.M.
Esteban Calderón se había graduado hacía diez años como médico cirujano destacado, pero cada vez que entraba al quirófano no podía dejar de sentir nervios. Esteban no conseguía olvidar el día en que un niño de tan solo seis años murió en sus manos, en el ambiente de ese cuarto gélido. Incluso, en cualquier parte, veía incesantemente esa última mirada de infinita confianza. Esa situación con el infante le cambió la vida.  Sin lugar a dudas, ese episodio fue el más triste que vivió este distinguido doctor. ¿Pero… por qué no olvidarlo y punto? ¿Realmente, fue tan difícil ver el reloj para anunciar la hora de la muerte de su propio hijo?

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